El otro día escuché en un podcast que "la suerte como tal no existe, pero funciona como si existiera" (Julio Muñoz, "Rancio").

Hoy, el boli que estaba usando para escribir en mi agenda se quedó sin tinta, y tuve que ir a buscar otro. Me topé con uno de mis "bolis de la suerte". Y me di cuenta de ese poder del objeto mágico. En algunos momentos de mi vida que he amado, me han regalado o cedido un boli, que me ha acompañado durante mucho tiempo y ha servido para materializar ideas, pensamientos, proyectos, notas, mensajes a otras personas, pequeños dibujos... Decidí otorgar magia a esos bolis y me parece que su tinta es infinita. Cuando los uso de nuevo, me llevan al momento, a los lugares y a las personas que me acompañaban entonces. Y siento que esa fuerza que me trasladaba entonces, también me llega ahora.

He decidido escribir con uno de estos bolis, que está conmigo desde hace 4 años y escribe en tinta azul. No es nada elegante, pero es mágico. Y siento el poder que traspasa mis pensamientos, impregnando el papel. 

El poder de lo mágico en lo objetual ha acompañado a toda la Historia de la Humanidad. Ha continuado en las artes, en las diferentes vanguardias (especialmente en el 'object trouvé' y el 'ready-made') y sigue presente hoy.

Ese poder se puede generar desde el creador del objeto al que lo encuentra o lo recibe.

Depositar simbolismo, ceder intención.

El objeto se convierte en mágico en el primer momento en que lo percibimos como tal.